Mis puntos bajos como profesor de alemán: una reflexión honesta.
- Surenthar Manoharan
- hace 5 días
- 3 Min. de lectura
Desde que empecé a enseñar en Preply, he tenido la suerte de conocer a muchísimas personas geniales. Algunas resultaron ser estudiantes brillantes y comprometidos, otras solo buscaban algo a corto plazo, y unos pocos … bueno, no llegaron muy lejos.

Cada estudiante venía con su propia nacionalidad, historia, idioma materno, edad, motivación, objetivo y ritmo de aprendizaje —ya sea conmigo o por su cuenta. Y en cada clase, no solo enseñaba, también aprendía. Sobre la enseñanza, sobre ellos, sobre mí mismo… ¡y hasta sobre el idioma alemán!
Pero esta vez no vengo a hablar de los progresos ni de los logros (aunque sí ha habido momentos de orgullo).Este blog es más bien una pausa, un momento para reflexionar sobre algunos de mis propios errores como tutor de idiomas.
Y menos aún cuando enseñas algo tan complejo y emocionalmente exigente como un idioma extranjero.
Después de más de tres años enseñando alemán, he notado algunos patrones donde yo mismo he fallado. Al principio no eran tan obvios, pero con el tiempo —y gracias a la experiencia, el feedback sincero y también a críticas constructivas— todo fue quedando más claro.
Y bueno... aquí vamos, a confesar algunos errores del pasado 😅:
❌ No comprender bien las necesidades reales del estudiante.
A veces estaba tan enfocado en enseñar lo que yo creía que el estudiante necesitaba, que no me tomaba el tiempo suficiente para entender qué quería realmente.
¿Estaba aprendiendo para una entrevista de visado?
¿Se preparaba para una entrevista de trabajo?
¿O lo hacía simplemente por gusto, como pasatiempo?
Me di cuenta de que muchas veces me lanzaba a "modo profesor" sin tener toda la imagen completa.
Por eso, cuando comienzas con un nuevo estudiante, es fundamental conocerlo bien desde el principio, hacer una pequeña evaluación, hablar de su historia con el alemán, su método de estudio y sus retos. Esto te da pistas no solo de dónde está el problema, sino también del por qué.
❌ Enseñar sin estructura
Hubo épocas en las que mis clases no seguían una dirección clara. Saltaba de tema en tema según lo que tenía a mano, incluso si el estudiante me había pedido trabajar en algo concreto —como una parte de gramática o vocabulario específico.
Aunque la flexibilidad es buena, en exceso puede generar confusión y falta de continuidad. Y para principiantes o quienes se preparan para exámenes, esto no es nada útil.
Hoy sé que cada clase debe tener un objetivo, una lógica. Los estudiantes necesitan saber qué han aprendido, en qué nivel están, y sentir que hay un camino claro. Eso genera confianza, tanto en el idioma como en ti como tutor.
❌ Dejar que mis emociones se filtren en las clases.
Puedes enseñar el mismo contenido a muchos alumnos, pero lo que marca la diferencia entre un tutor promedio y uno excelente es el cómo se enseña.
Y ahí reconozco que ha habido momentos donde el estrés, mi vida personal o mi estado de ánimo se colaban en el aula virtual. Eso genera una tensión innecesaria para el estudiante —que ya está lidiando con la frustración natural de aprender algo difícil— y puede arruinar el ambiente de aprendizaje.
Es diferente cuando un estudiante se frustra porque algo no le sale. Eso es parte del aprendizaje. Pero que se sienta incómodo por tu energía negativa… eso ya es otra cosa. (Me lo digo a mí mismo: suenas como ese jefe gruñón que regaña sin razón. 😅)
A veces iba con prisa, otras veces me faltaba paciencia. Y lo peor: no siempre me daba cuenta.
¿Mi solución? Hacer una pequeña recarga emocional antes de la clase. No, no hablo de drogas 😄. Me refiero a cosas simples: escuchar una canción que te gusta, ver un video gracioso, mandar un mensajito a alguien que te alegra. Eso cambia el tono de toda la clase.
❌ No ofrecer suficientes recursos adicionales.
Como tutores, no somos solo "traductores humanos" de Google. También somos curadores de contenido.
Y al mirar atrás, me doy cuenta de que a veces dependía demasiado de lo visto en clase. No ofrecía suficiente apoyo extra: hojas de vocabulario, ejercicios, audios, lecturas…
Los estudiantes necesitan más herramientas fuera de la clase, y yo no siempre las preparaba.
Ser tutor no es solo compartir lo que sabes. Es también hacer el esfuerzo de adaptar el contenido a cada persona, a su estilo de aprendizaje y su mentalidad. Y con la cantidad de herramientas y software de IA que existen hoy, ¡nunca fue tan fácil preparar buen material! 😀😀
Sí, fueron fallos. Pero también fueron lecciones. Me ayudaron a mejorar cómo enseño, cómo escucho y cómo diseño cada clase. Ningún tutor es perfecto.Pero todos podemos crecer, si estamos dispuestos a ser honestos con nosotros mismos.

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